Hay factores que no se pueden soslayar: México es el país que ocupa el numero uno a nivel mundial en el delito de secuestros (Colombia ocupa el segundo lugar). Ese es un “dato duro”. La siguiente pregunta sería ¿Qué propició esta situación?
Cualquier “expertillo” en turno, no se haría muchas bolas (y que entendiera, por ejemplo, lo más básico de criminalidad,puesto que estamos hablando del “delito” mismo-), y casi de inmediato señalaría que, los delitos crecen a medida que:
1.- Una “autoridad”, o “responsable” público, no este haciendo nada por disminuir dicho delito.
2.-Alguien encuentre nuevas formas para cometer el delito sin atraer a la fuerza pública al momento de los hechos.
Los estudios de la criminalidad en México, siempre señalan un espinoso dato: “La autoridad (en México) lejos de combatir un ilícito, solapa con su acción u omisión el hecho delictivo, o se ve inmerso en redes criminales aprovechando su posición de “autoridad”. Esos son los datos; y por ser incómodos siempre se les intenta minimizar, buscando “chivos expiatorios”. “Son unos cuantos malosos-dicen-;pero ya nos encargaremos de ellos”. Y ese cinismo es solo un preámbulo para enterarnos que nadie fue perseguido por el delito, que el delito quedó impune, que se perdió un expediente o que no hay elementos para una condena. Que aquí no pasó nada; y que mejor se vaya cerrando la boca, ni se arme mucho escándalo, que al cabo ni le van a hacer caso y se esta buscando un problema.
¿Por qué esta actitud de quienes se supone proveen la seguridad en un Estado? ¿A que le temen? ¿A que se desarme su tinglado y queden tan expuestos como las simples estadísticas los exponen?
Así pues, uno de los principales motores de la criminalidad es la impunidad. No hay castigo; o el encargado de “castigar” no esta cumpliendo su labor adecuadamente. El servidor “publico” no cumple sus funciones, o las cumple de manera socavada; o “ahí nos la llevamos mitad y mitad con la lana”. ¿El origen de esta problemática?: la policía misma; que parece solapar a los “poderosos” (llamase Estado, llamase poder político, o por la simple y “democrática” condición de la vía del dinero, de ver quién es el mejor postor). El servidor publico (el Estado) y sus tres vías de acción de poder (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) debieran procurar investigar, castigar, y en la medida de lo posible prever la acción de delitos tan lamentables como lo es el secuestro; pero “surprise, surprise”, son en la mayoría de los casos, las propias “autoridades” (sus elementos pero resguardados en la “fuerza” de una corporación) quienes están involucrados en el delito. Cuando logran dar con alguno de estos “esquivos” secuestradores, resulta que eran unos “genios” en tácticas de este tipo; “indetectables” para la policía. Por como los pintan, estos secuestradores viven en una tierra sin ley donde ellos hacen a sus anchas con la seguridad que da saber que ningún policía se va a atravesar en su camino; que nadie siquiera los va a detener nunca. Van y vienen por la ciudad armados hasta los dientes, manejando con frialdad situaciones criminales, sin el menor temor de la “autoridad”. ¿Por qué? Si el ciudadano promedio tiene que soportar el constante asedio de agentes de tránsito y todo tipo de policía ávida de su consabida “mordida”, de su tajada, muy pendiente de ver por que razón te detiene, si te falta la “verificación”, o tal calcomanía, o si traes placas “de fuera”, cuando casi cualquiera sale a la calle, al trabajo, o a todas horas; o donde afuera de un “antro” te detienen para una “revisión de rutina”, o por el simple hecho de ser joven, usar cabello largo, o vestir de determinada forma la policía te detiene. Y estos infames tuvieron la oportunidad de cometer su cruel delito,siempre de manera violenta, a plena luz del día.
Conforme avanzan las investigaciones es muy común encontrar que “ex-policias” o personas que “suplantaban a la policía” están involucradas en el delito. Esa no es toda la verdad. La realidad es que para el grado de perfeccionamiento que manejan estas bandas de secuestradores, se requiere una participación extensiva a las redes policiales. ¿Cómo se enteran de inmediato los secuestradores que se les esta buscando, en medio de una negociación crítica, que puede durar incluso solo un par de horas en el mejor de los casos? En casos como los de el joven Martí; las negociaciones cesaron en cuanto “otras autoridades” estuvieron detrás de los delincuentes, es decir, había muchas “orejas” en la policía que advirtieron a tiempo; poco después, conforme avanzó esta investigación, ya no era posible dudarlo: personal de la Policía Judicial del DF estaba involucrada.
Actúan como autoridad para cometer estos delitos, pues no tienen miedo a ser detenidos.
El secuestro es un delito que ha repuntado, puesto que amplios sectores policiales se ven corrompidos. Eso es lo que preocupa tanto a nuestra sociedad. Se salen con la suya; están tan seguros de su impunidad por que son polícias, son autoridades, las que muchas veces cometen estos delitos.Amparados en su status ¿Y que hace la autoridad?: “escurrir el bulto”; encontrar culpables, las cárceles están llenas de aquellos que no pudieron dar su “mordida” a tiempo para “zafarse de la ley, de “marginales”(en el negocio)que definitivamente no son los “grandes capos de la droga” que se supone apresaron, o siempre culpar a las drogas, a las drogas y a las drogas, para tapar el sol con un dedo o desviar la atención.
Con motivo de la marcha “Iluminemos México” se hizo una mesa redonda en un programa especial que cubría los hechos en canal 40, y un experto jurídico de lo más critico, señaló algo que a los otros panelistas correctos y “bienpensantes” no les cabía en la cabeza. El puntualizó: un delito es una acción que violenta nuestras garantías más básicas. En ese sentido “las drogas” no obligan a nadie a su consumo. Al no ser “contra la voluntad” de alguien, no es un “delito” como tal, equiparable con delitos como el homicidio, o con la violación, que si deberían ser prioridad a atacar”.
-De entrada alguien señaló que la ley si contempla como delitos contra la salud el tráfico y venta de enervantes en nuestro país. A lo cuál el panelista definió como un problema de semántica, un “error” de la ley de nuestro país, que de esta forma creaba "delitos" (que no es lo mismo a actos ilicitos). El señor es experto en Derecho constitucionalista y también en Derecho internacional; no hablaba solo “sandeces liberales".
Esta cuestión de “la creación de delitos” dejó a todos fríos, pues el tema era ante todo el hecho de que el gobierno es incapaz de castigar adecuadamente delitos como el secuestro. Pero por otro lado, si que utiliza reiteradamente como propaganda su “combate contra la delincuencia” que se sustenta en un enardecido y prioritario “combate contra el narco”. O sea, que maten y secuestren a la ciudadanía, no es su problema prioritario. Pero “acabar con los malos” que “envenenan a la juventud” ese si es su discurso recurrente. Que conveniente. Es como un perro intentando morder su cola.
Por eso muchas personas (no solo son números como siempre lo hacen ver)llenos de indignación desfilaron y reclamaron al Estado un cambió en sus dañinas perspectivas.
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