¿Este es el escenario que el gobierno quiere para sus ciudadanos?
Violencia generalizada, asesinatos cobardes y sin sentido, hechos lamentables, los ojos del mundo viendo como en México las cosas se arreglan a balazos -comenzando por su inepto y voraz gobierno-.
Porque los agresores del futbolista paraguayo Salvador Cabañas sabían muy bien quién era el, sabían las repercusiones, y aún así le dispararon a matar, conscientes de que ellos están por encima de la ley y las autoridades. ¿Por qué?, por que las tienen compradas, cooptadas -no lo digo yo, lo dicen los informes de la inteligencia gringa, si tanto les gustan los hechos fidedignos-.
"Su" supuesta “guerra contra las drogas” es una orden de Washington, una agenda ya añeja, oportunista, mediática, que pretende tapar el sol con un dedo, y convencer a toda costa que nos sometamos a un régimen autoritario, violento, y en el que cada vez es más triste ver que la vida humana ya vale poco -para ellos-. Sin otra opción que la de sentirnos indignados. De hecho sentirse indignado, ultrajado, estafado, ya es moneda muy corriente en la sociedad mexicana actual -ya no hablemos del pasado-, y frente a esto las autoridades –tan “correctas”, tan puntuales- no se casan de repetir sus peroratas, mismas que no coinciden en nada con la realidad del ciudadano de a pie.
¿Es gratuita esa imagen que se tiene en el exterior de México , de que vivimos en una zona de “bandidos” que balean y asesinan vilmente a la menor provocación? ¿Y por que vivimos rodeados de “cowboys”, de “cuatreros” y pistoleros?, pues porque esto son un fiel reflejo de las instituciones mismas. Son sus pinches “clones”, nada más que estos se mueven en las calles, en los antros, en sus dominios urbanos, como peces en el agua.
Y cuando se buscan –ya no razones, porque no las hay- a los responsables, ¿qué contesta el espejo magnificado, maquillado?: “Se va a buscar a los principales responsables, no descansaremos hasta que se haya hecho justicia, bla,bla, bla.” Como responde un autómata gris y sin conciencia, como una de esas contestadoras telefónicas que definitivamente “no piensan” en resolver un problema. Son maquinas, son estructuras orwellianas, contestadoras, informes, memorándums, expedientes, ondas de radio, discursitos, noticieros y anuncios por televisión. Nunca -seran- soluciones coherentes.
La violencia aumenta, la inseguridad, las injusticias; y no cesan las canalladas, los negocios turbios, los manejos en lo oscurito, los estados policiales y autoritarios, la ley del más fuerte y el más matón. ¿Qué raro, si las autoridades dicen velar por nuestro bienestar a punta de fusil?
Ese es el escenario que ellos nos dan- y que a ellos combiene, al parecer-.
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