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lunes, 9 de febrero de 2009
Iron Maiden en los 90´s -parte 1
Comenzaba la década de los 90´s para la ya veterana “Doncella de hierro”.
-Antes y después de la llegada del Séptimo Hijo del Séptimo hijo-
Los ochentas fueron para la banda una época de posicionamiento; primero como cabezas visibles en la escena denominada NWOBHM (New Wave of British Heavy Metal), misma que resultó ser muy influyente; y de un posterior posicionamiento en la escena mundial: su ascenso y gloría, ya consagrados como pesos pesados de la industria -siempre cambiante- del Rock. A fines de dicha decada Maiden ya no tenía nada, o casi nada que demostrar; siempre se caracterizaron como una agrupación de un ritmo ascendente. Su fama y reputación crecían conforme avanzaban los años ochentas. Pero a fines de esa década (88-90) no faltaron los críticos que trataban a Maiden como a una banda-dinosaurio algo desfasada; debido en parte a la efervescencia en el mundo del Rock causada por grupos más noveles y con garra, tales como Metallica o Guns n´Roses; y por otro lado, la radicalización del movimiento metalico con bandas cada vez más extremas. Iron Maiden derepente se veía desfasado con su música cada vez más melódica y progresiva, vistiendo spandex, preocupados por la importancía de lo grande del escenario y lo caro de las luces; frente a bandas que tocaban a mil por hora, y que proclamaban muerte a los "posers".
A fínes de los ochentas, la obra del 88 de los ingleses -el impresionante- “Seventh Son of a Seventh Son” fue recibido con criticas encontradas: por un lado había quienes lo alababan como una joya -ese es mi caso, creo que principalmente por motivos nostalgicos, aunque su calidad influye a estar entre los favoritos-, era desde el momento de su publicación -para muchos- el signo de una evolución maestra en la banda; pero otros, más escepticos notaban “tics” y fallas donde algunos veían una supuesta innovación. La quejas principales iban en torno a un, así llamado, “toque comercial” por parte de muchas piezas del disco, pensadas -se decía- para ser hits, para pretender sonar en las emisoras FM de Rock que aún invadían masivamente el espacio. Los críticos más férreos lo veían como un intento -casi desesperado- de parte del grupo, para no perder popularidad, dado que en esas fechas, como decía, otros grupos y otros grandes discos del Rock opacaban el brillo de la Doncella de hierro.
La producción del “Seventh Son ... -con tendencía al preciosismo-o lo pretencioso-, con una sobreproducción seca, algo estéril y “aséptica”, fue criticada por restarle filo a la banda -algo parecido a las criticas que ya habían recibido en su anterior disco “Somewhere in Time” (86) por el uso de guitarras procesadas, MIDI´s, y el pulido excesivo en la producción. Esta vez se llegó a un mejor balance de estas herramientas -de estudio- para crear un hibrido épico y melódico; pero profundo y sustancioso. Encima se trataba de un album conceptual , movida que para muchos era una idea pasada de moda, y que auguraba más tropiezos que aciertos, pues ya para entonces se conocian bastantes desastres rockeros bajo el rubro de “obras conceptuales”.
Como fuere, antes de la publicación de “Seventh Son...” la popularidad de Iron Maiden parecía no tener señas de decaimiento. Sus monumentales giras, sus entrevistas y cotilleos, seguían presentes en los medios -especializados o no-. Y los mocosos y veteranos seguíamos comprando todo lo relacionado con Maiden, y portando las playeras que ostentaban a Eddie y el logo de la banda. Por no hablar de las hordas de Hevys (Metalheads) que seguían a los ingleses por decreto. Esto no lo puede ignorara ningún critico.
El éxito de “Seventh Son of a Seveth Son” se dio a largo plazo, a pesar de las sesudas anticipaciones de algunos, y del recibimiento más bien tibio y escéptico por parte de muchos fans. La aparición del ambicioso y "extraño" artefacto no pareció ser algo tán masivo en primera instancía; nos topabamos todos con algo nuevo del Maiden más "elegante", más sútil que , digamos los ataques directos y seguros de sus himnos heavys. Pero lleno de melodías y cosas interesantes que ir descubriendo conforme se escucha. Poco a poco, a pesar del esceptisismo primario -por que es natural augurar la muerte de alguien que lleva ya años cosechando exitos sín modificar su sonido radicalmente-, fueron llegando oleadas de comentarios positivos, la mención entre lo mejor de la música en revistas especializadas le devolvian de golpe toda la autoridad y credibilidad a la banda -si es que se dudo alguna vez- dentro de los caprichosos y volubes medios. Maiden había acabado con las habladurias de la critica, con un álbum bién pensado,compuesto de grandes canciones.
Los sencillos que se desprendieron -entre ellos “Can I play with Madness?” , Y “The Evil that Man Do”- resultaron exitosos y le dieron la razón a la formula empleada por el grupo. Ya con los años, dicha obra es considerada clásica; y como una pieza representativa, el fin de una era dorada en la historia de Maiden.
Por ello consideraba importante hablar de esta obra, para remontarnos entonces al Maiden noventero.
Así que la calidad del séptimo álbum de la Bestia era ahora indiscutible para el común denominador de la gente -propios y extraños- . Las cifras de ventas del disco, y de entradas para la espectacular gira confirmaban -a pesar de la opinión de muchos- que Maiden seguía en la lucha.
-1990. Sin rezos para el moribundo-
Después de ciertas noticias donde nos enterábamos que el guitarrista Adrian Smith (componente básico) dejaba la banda, y que ademas Maiden cambiaba de compañía disquera -tras años en Capitol, firmaron con Epic- , se presentó el octavo álbum del grupo inglés: “No prayer for the Dying”.
A pesar de las cuestiones antes mencionadas, y de rumores de conflictos internos en la banda, el clima antes de la salida del álbum era de anticipación; pues se vivía cierta Iron Maiden-mania renovada gracías al aura de "Seventh Son..."
Lo primero que notamos en el álbum "No Prayer for the Dying", es que las guitarras procesadas, delgadas, y el uso de MIDIS´S, teclados y sintetizadores-ocacionalmente-, a los que nos tenían ya acostumbrados en sus últimos dos discos, se esfumaron, en busca del sonido del Maiden más directo y sin “adornos”, sónido que tanto gustaba a los fans; y que había definido a la banda al principio de su carrera.
La producción corrió nuevamente a cargo del renombrado Martin Birtch.
“No prayer...” probó que Maiden conservaba uno que otro truco más bajo la manga. A pesar de no superar en calidad a su anterior disco “Seventh Son...” fue bien recibido por los fans. Y aunque hoy en día se reconoce que el albúm es regular y poco inspirado; por alguna razón propios y extraños hablaban de el y se vendió bien.. La portada nos trae de regreso al Eddie más terrorifico: exhumado, con el pelo largo, y una inscripción alusiva al mundo de H.P. Lovecreft como epitafio en su lápida. Yo recuerdo haber visto el vynil en la tienda y fue impresionante, los colores eranmuy buenos; aunque tuve que optar por la versión casette, por motivos económicos-yo era un mocoso-.
El disco trajo un sencillo realtivamente exitoso como “ Bring Your Daghter... to the Slaughter” , lo que contribuyó a que el disco fuera, hasta cierto punto, aceptable en su momento. Ayudaba además cierto espirito de leyendas vivientes inherete en el grupo de heavy metal; y el hecho de contar con Maiden en forma, a pesar de todo. Canciones simples y directas -con un cierto aire festivo, a veces casi auto-parodico, apelando al rock metalico lleno de clichés. Parecía ser justo lo que el mundo esperaba de Iron Maiden. Y en el fondo, canciones como "Fates Warning," "Tailgunner" o "Run Silent, Run Deep", eran básicamente composiciones aceptables. "Hooks on you", o "The Assassin" son temas heavy, sín complicaciones.
Esta vez muchas de las letras giraban en torno a tópicos sociales, la cruda realidad como tema de inspiración, lo horrores verdaderos: "Holysmoke" denuncia a los tele-predicadores y demás parías que se aprovechan de la fe o la ignorancía de la gente; "Public Enema number One" habla de los políticos corruptos, mintiendo y escudandose en chivos expiatorios, huyendo a sus torres de marfíl, y que los demás se arreglen como puedan; "No Prayer for the Dying" refleja una historía acerca de la soledad, de la alienación, y del desamparo social.
Aunque se acusa al disco de contener material de relleno, y de ser en lineas generales un trabajo inferior de la Doncella de Hierro.
Hablando de la pegajosa y delirante “Bring Your Daughter...To the Slaughter." Esta tiene su origen de una solicitud para el soundtrack de la película “A Nightmare on Elm Street 5: The Dream Child (89)” -tal vez la peli más floja de la saga pesadillesca con el viejo Freddy Krueger-. Dickinson grabó su voz para esta canción, y al ver su potencíal se incluyo en el siguiente album de Maiden. Pero a raiz de esta grabación -para el soudtrack- se le ofreció una oportunidad a Bruce para la grabación de un disco solista -Eso es lo que se dice, otros más suspicaces veían el principio del fín para Maiden al lado de Dickinson-.
Ese mismo año (90) Dickinson lanzó su disco solista, el sorpresivo y melodico “Tattooed Millionaire”. Un disco de entusiasta Hard Rock que combinaba elementos clásicos de Maiden con toques de Metal pop.
La canción que titula el disco prácticamente hace mofa del mismo rock de la época, del Heavy Metal y sus estrellas. A la vez que es una especie de ataque al Glam-pop de Poison, o de Mötley Crüe.
Clichés del Metal, Hard Rock, y Heavy; en un cocktail divertido, y sin muchas complicaciones. Se nota la influencía de “Tattooed Millonaire” en la obra Maideana “No Prayer for the Dying”. Además, claro, de la inclusión del guitarrista Janick Gers - proveniente de la banda de Dickinson (y de la banda de Ian Gillan)- a las filas de Iron Maiden sustituyendo a Adrian Smith.
Sín duda, una época de Maiden se había terminado.
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