jueves, 11 de febrero de 2010

Luto.

Una madre dolida-con un dolor más grande de lo que cualquier político comodino puede siquiera imaginar-, indignada, irrumpe en el discurso habitual y redundante del Sr. Presidente y sus lambiscones. La realidad choca de frente ante la ilusión y los discursitos vacuos, ante los intereses de unos cuantos. La propaganda,las ruedas de prensa, los intereses creados, se resquebrajan con una facilidad pasmosa. Las autoridades palidecen, se quedan sin habla, no saben cómo reaccionar ante las palabras de una persona que vive y padece las consecuencias de la ineptitud gubernamental. No están acostumbrados a escuchar, ni a que alguien les diga que no sirven para nada.

Una madre despojada de lo que más ama, de sus dos únicos hijos, decide que ya es suficiente de tanta palabrería, hipocresía, y auto- elogios. “Sr. Presidente; no puedo decir que usted es bienvenido porque aquí-en Juárez-nadie es bienvenido”. Los habitantes y los visitantes son recibidos a punta de metralleta por parte de los secos y burdos militares. Los abusos crecen; y la gente, ante los hechos, duda de que estas imposiciones autoritarias realmente sirvan de algo, porque simplemente las masacres absurdas continúan.

El personal de seguridad en dicho evento intentó hacer lo de siempre, lo único que saben hacer: sacar a empellones –y ya que no haya cámaras, a golpes- a la persona que se atreve a incomodar a los altos funcionarios, a los intocables, a los que no se ven expuestos a las consecuencia sangrientas de la agenda que gustosos apoyan y alimentan a pesar de toda lógica. Pero como se supone que estamos en una democracía, y la misión en esta ocasión es "escuchar a la ciudadanía" y "poner orden", a la mujer le es posible expresarse.

Una madre chihuahuense, digna, de palabra franca, se atrevió a decir lo que la mayoría en este país sentimos.
Todos quisiéramos tener de frente a ese pequeño y huidizo funcionario y decirle unas cuantas cosas:

“Sr. Presidente, pare usted su estúpida masacre;señor presidente ya no hable por nosotros ni intente justificarse diciendo que usted y su autoritarismo sirven para protegernos, que usted vela y “lucha” por nuestra seguridad, porque es claro que no es así. Deje de lavarse las manos y de hablar como si nos representara. Deje de señalar cobardemente que el “enemigo es otro”- siempre invisible, siempre impune, convenientemente abstracto-, porque usted es el “enemigo”. Deje de fomentar una política que tiñe de sangre nuestros hogares, y por favor ya no nos despoje de nuestros seres queridos. Acabe de una buena vez con su gobierno en estos años que le quedan para ya no padecerlo, al fin de sobra usted y sus socios saben que si algo tenemos los mexicanos es aguante y resistencia para nuestros abusivos y obtusos gobernantes. Cumpla de “panzazo” con el mediocre y gris desempeño que lo caracteriza, y no se crea sus propias mentiras, ni se vislumbre como un “alto militar” y estratega. Y por respeto a su “investidura” aprenda y acostúmbrese a escuchar las legítimas quejas de los ciudadanos-y adiestre a su camarilla de funcionarios engominados y perfumados a no sentirse ofendidos y enfadados cuando la gente les exige que cumplan con su trabajo-. Contrólese y baje el nivel de bravuconería y prepotencia de sus discursos, no van con el luto que muchos de nosotros guardamos a causa de sus politiquerías-suyas y de sus partidos y fracciones-. Y si no es mucho pedir, sea un poquito más coherente, y aprenda a hablar y a modular su tonito monótono y fachoso. Y una vez terminado su periodo, lárguese a sus mansiones o a sus ranchos,dediquese a otra cosa, escriba un grueso libro lleno de justificaciones y explicaciones patéticas, y manténgase fuera de la vida pública, porque usted y los intereses que representa nos han hecho ya mucho daño.

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