jueves, 11 de septiembre de 2008

Fargo.




Recuerdo la primera vez que vi Fargo. Eran la mitad de los hoy tan denostados noventas; la película venía precedida de grandes criticas y acababa de ganar un Oscar. Lo cual para mi (en esas épocas) siempre resultaba sospechoso y un sinónimo de aburrición total. Fui con una amiga al cine; se supone que ella “sabía de cine” y apreciaba el “cine de arte” (se había chutado las tres partes que componen “Tres colores” de Kieslowsky completitas y de un jalón!); pero ni ella pudo dejar de mostrarse impaciente a lo largo de la laureada película de los Coen (algo comprensible, ya que ambos vivíamos en un mundo donde “Pulp Fiction”, “Natural Born Killers” y “Tank Girl” lo eran todo).

Honestamente el ambiente de nieve por doquier no nos resultó nada atractivo; la historia de un fallido secuestro y de ineptitud criminal me recordó un poco a “Raising Arizona” pero en plan “serio” y dramático. La vi otro par de veces durante los noventas y rápidamente fue opacada por “The Big Lebowsky” la verdadera obra maestra de los Coen; donde sus historias de criminales brutales e ineptos, inadaptados sociales, secuestros y diálogos “poco convencionales” cuajaron perfectamente. Y nunca más desee ver esa película de nieve y puebluchos de Dakota del Norte.

Hasta ahora; y vaya que la película ha envejecido bien. Contrario a lo que recordaba no es nada aburrida. Todos los involucrados hacen gala de grandes actuaciones. Es una gran película; y arrasó y ganó el Oscar por que la verdad ese año no había mucha competencia (fue el año de Trainsppoting pero todos nos enteramos un año después).

Algo que siempre me pareció absurdo y contribuyó a que no me tomara en serio esta movie en su momento fue que se suponía estaba inspirada en hechos reales, hoy se sabe que esto no es cierto, que se trataba de “una broma” (ja-ja, que divertidos son estos hermanitos -ironía-).

Que cagados son los prejuicios; pero ni estos aguantan el paso del tiempo.

He desarrollado la teoría de que las películas de los Coen no parecen tán buenas la primera vez (¿a que se debe esto? eso es otra cuestión); y conforme las disfrutas sin prejuicio alguno se entiende su grandeza.

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