Observando los noticieros me llegó una especie de epifanía-y disculpen si es muy burda u obvia-: los gobiernos, como el nuestro, ya no hacen mucho,en el sentido de Estado paternalista y proveedor que solía-o aparentaba- ser hace algunos años, donde se administraban ciertos bienes y servicios; se pretendía vigilar un orden y un bién común. Ahora el "servicio" es casi nulo; solamente se da la apariencia de combatir un peligro inminente-como las guerras manipuladoras de la novela orwelliana "1984"-.
En este caso, dichos gobiernos solo se dedican a "combatir" al narcotráfico, sus miras incluso no pretenden ir mas allá. Ni atender otros asuntos de verdad urgentes. Ni solucionar nada de forma tangible y efectiva. En ese discurso y en ese objetivo-el combate al narco/terrrorismo/delincuencia organizada-se parapetan, y de ahi no los mueves. Todos sus esfuerzos giran en torno a "luchar con todos los medios" contra ese enemigo, en continuar a toda costa esa "misión divina" e "indefectible" que ellos se han trazado. Solo ellos saben sus objetivos claramente, escondidos tras generalizaciones y relativismos. No sirven y no pretenden servir a otra función.
Nuestros abuelos y nuestros padres podían pensar que el gobierno les daría empleos, asistencia educativa y de salúd; nuestros padres -trabajadores e idealistas- incluso podían pensar que el gobierno les proporcionaba acceso a manifestaciones culturales, y subvencionaba servicios básicos. La llamada obra pública ya no es una prioridad ni la base de su administración, es como un plus apantallador y efectivo solo para hacer una buena campaña electoral, y luego, una vez democráticamente posicionados, continuar con "su gran misión" de combatir a los enemigos ya trazados. Y encima debemos agradecerles por eso y no pedir nada más de nuestros valientes "defensores". Administradores del miedo, eso es lo que son.
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