miércoles, 11 de junio de 2008

Metafóra.

Es dificíl olvidar algunas cosas. De hecho ni siquiera se trata de "olvidar", la memoria humana no es un "programa" que se pueda "borrar". Hay que vivir con esas cosas que nos molestan, que nos duelen y que nos incomodan. De hecho "no hay que olvidar".

Saben, yo tenía un hermano. Conviví mucho con el, y por eso puedo decir que era un tipo increiblemente cool; y lo puedo decir, por que durante el tiempo que el estuvo con nosotros casi nunca tuvimos conflictos que no se pudieran resolver, rara vez observe en el comportamientos mezquinos, el tenía todo a su alcance: buenos amigos, amigos casuales que lo apreciaban, amigos culeros que lo respetaban, amigas, amigas especiales, amantes(que el consideraba sus amigas), gente de otras edades que simpatizaban con el, una familia que velaba por el…lo que quiero decir, es que era difícil que alguien no apreciara a Ari. Yo creo que su carácter lo ayudaba mucho. Pero había algo que lo hacía especial entre los demás: su amor por la libertad. Ese concepto tan abstracto, tan desgastado por nuestra sociedad, era en lo que más el creía por sobre todas las cosas. El creía fielmente en que el ser humano es libre por derecho divino, libre de no corromperse, de respetar para que se le respete; libre de ser responsable de su vida…El no tenía enemigos, y sin embargo quien no lo conocía profundamente lo veía con cierto recelo, hubo quien incluso me dijo que mi hermano “estaba mal”, que no era normal que alguien viviera con la “libertad” con la que el vivía su vida, sin temor. Los médicos en turno también se lo hicieron saber y el escuchó muy respetuosamente lo que le tenían que decir; rara vez contradecía a un “profesional”, pero cuando lo hacía era con el arma de la razón, y los hacía rabiar por dentro, haciéndoles olvidar su “profesionalismo”, haciendolos ver como unos despotas autocomplacientes; simplemente por que no toleraba las injusticias y las acusaciones basadas en conjeturas.(me estoy refiriendo a los especialistas en psicología y psiquiatría y a sus métodos de aislamiento, condena y tratamientos basados en tranquilizantes que “deshumanizan” a los individuos). El no conocía de “materialismos”, le gustaba la buena ropa y comer bien, pero no era frívolo; en cuanto tuvo dinero propio lo gasto más en sus amigas y amigos que en el mismo. En casa el era pura felicidad, y tampoco entendía las restricciones propias de los hogares mexicanos. No tengo nada que reclamarle a mis padres, pero veía con tristeza como lejos de intentar comprenderlo lo juzgaban (es natural que los padres se comporten así). Aún así, nadie podía reclamarle nada, por que el no se metía con nadie, ni le daba cuentas a nadie, ni tenía por que justificarse con nadie. Sin embargo sabía escuchar; y sabía discernir entre lo útil y lo inútil; aunque algunos médicos dijeran que el no era del todo capaz de dicernir la realidad. Sabía ser amigo: solidario, divertido, prudente. Pero parecía que este pinche mundo no era para el. Parecía que todo conspiraba contra el; el amaba el mundo, idolatraba cada amanecer y daba gracias por otro día más, por otra noche más, por otro risa, incluso por otro enfado (es dificíl conocer a alguien tan naturalmente agradecido y humilde). Y el mundo (social) lo veía con recelo, en parte por que era joven y hacía lo que quería; en parte por que caminaba erguido, con prisa, sin compromisos. Hasta que en una tarde soleada, de aparente tranquilidad(de esas tardes que el adoraba) los "representantes" del orden en el "mundo" lo atacaron "con todo". Sin juicios, sin oportunidad, sin respeto, sin mesura, sin razón, lo torturaron y lo mataron. Y ya que le arrebataron la vida(que le arrebataron los sueños y las esperanzas a un simple joven de 23 años) se escudan en la "ley", acusan y difaman a alguien que en vida odiaba las difamaciones y amaba la verdad y los juicios justos.
¿No es esa una metáfora de lo podrido que esta la sociedad?

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