No nos volvamos como nuestros ineptos gobernantes: cínicos, indiferentes, obtusos. No tenemos por que acostumbrarnos a la violencia, al abuso de poder, a la injusticia. Ni nos dejemos azuzar con el miedo.
Tampoco perdamos lo que nos hace diferentes a "ellos" y a sus perros armados: la razón y la mesura.
No nos perdamos el respeto entre nosotros-nunca es tarde-; estas bestias ya tienen sus días contados, saben que su "chambita" no es para siempre; y uno, pues tiene que seguir adelante, reconstruir y crecer.
Si ya han intentado quitarnos derechos, reclamemos, cuestionemos. Pues no basta con excusas patéticas e intereses creados; no basta como única respuesta de su parte un "disculpe usted", "fue un error", o "llevaremos esto a sus ultimas consecuencias" que de poco sirven.
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