sábado, 16 de febrero de 2013

A mi manera.

"A mi manera". A la manera del viejo Sinatra-esa rata de ojos azules viciados-. Aunque la canción es de Paul Anka-si, un canadiense compuso ese himno a la individualidad-.

Analizo un poco la letra mientras degusto la ansiada cena que se reparte en esta boda-crema de queso, servida muy caliente; y dos rollos de pechugas de pollo rellenas de queso y espinacas, con gravy de champiñones y una guarnición de puré de papas.¡Y atascate de pan ahora que  hay crema! Por que no se vale repetir porción; se ve poco elegante-.
El Señor que esta cantando en vivo-en inglés, nada de adaptaciones chapuceras- lo hace con una voz templada, en una interpretación que va en crescendo-no demasiado, para no causar alguna molestia durante la apacible cena, donde hasta los meseros parecen sumidos en un eficiente trance silencioso. "El cantante de la boda", un tipo bajito, moreno y bigotón,que también toca el bajo en la banda-todo lo anterior dicho sin albúr- parece estar contandonos un poco de su vida. Por las inflexiones de su voz, la historía bien puede narrar la vida de un cantante cincuentón. Por que si alguién piensa que esta melancólica canción esta dedicada al amor de recien casados esta muy equivocado. Los invitados parecen no prestar mucha atención a la música. Y hacen bién: ¿quién se quiere sumir, justo ahora -en la cenita rica-, a las profundidades del abismo solitario e insondable que suele ser la vida.
Antes, los hombres se hacían a si mismos; le plantaban cara a la vida. Iban a la guerra y regresaban siendo héroes. El mundo les debía el tán ansiado respeto. Eso es lo que dice "My Way":  Res-pect! Don´t tread on me, pilgrim. Respeta, por que yo ya chingé.

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