Entre más le señalan un error a una administración inepta -llámese, por ejemplo, la administración del poder ejecutivo de una nación-, más aumenta su cerrazón y su política,y sus órganos propagandistas. Las campañas parecen intensificarse -en contra peso-, conforme crecen las criticas. A cada noticia funesta y lamentable, a cada reclamo justificado, "El Gobierno" nos pone en la cara -por todos los medios a su alcance- una noticia que pretenden confirmarnos que sus esbirros hacen su trabajo. Noticias donde se nos confirma lo ya antes conocido: que los malos "son muuuuy malos" y que entonces las fuerzas pagadas por el Estado, también pueden serlo. Una amenaza velada. Y una declaración de que todo se justifica-que sencillo, han de pensar los artífices de la propaganda-.
Y la cuestión aquí no es acerca del crimen. Que como hecho es punible,esto es un dogma jurídico inapelable, así que ese no es tema de controversia-de ruido-,se cuestiona la propaganda política utilizada. Las campañas no pueden ser "guerras". La ignominia, la corrupción de los criminales no deja de ser un reflejo de que estas mismas lacras están incrustadas en las formas de un gobierno, en un mecanismo ontológico en sí, impuesto, institucionalizado, y controlado por unos pocos.
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