lunes, 26 de septiembre de 2011

Nirvana, ¿nevermind?

Era algo hasta divertido de ver: una banda desconocida rockeando y desgañitandose en -la- MTV; ya habían desfilado por ahí los excesos de Guns n´Roses y el sonido mastodontico de Metallica-album negro-, e incluso hasta Slayer o Megadeth asomaban sus narices para regocijo de los rockers de principios de los 90`s. Parecía que algo iba a pasar, que algo nuevo y rompedor daría la música "pesada", o el rock alternativo, pero no de ese modo, no de esa forma.

El video -Smells Like Teen Sprit-lo decía todo: rebelión slacker, sonidos reminiscentes del punk, del new wave, del heavy metal, ¿querían rock alternativo?: pues esto iba desde Black Sabbath a los Beatles, pasando por Pixies, Ramones, y...¡REM!. Con una remojada hasta sicódelica. Sonaba fresco, el sonido era avasallante.

¿Pero quién era ese pirado cantando y gritando con abandono y desencanto? ¿quienes eran esos locos aporreando sus instrumentos?, ¿de donde coño salieron?, ¿Seattle?, ¿Sub-Pop?, ¿Grunge?...OK !A huevo que si! Esto era un llamado a la revolución.
Pero se necesitaba una bandera, un símbolo, como esas "A" de anarquía dibujadas sobre las pequeñas tetas de una colegiala porrista. Se necesitaba a alguien que diera voz a esas ideas que nos herbian en la cabeza. Kurt Cobain se sentía como nosotros-o incluso peor-: inconforme, desesperado, angustiado ante el panorama gris y frío de una sociedad hipócrita y decadente, hastiado, cansado.

El tal Cobain-carismático y locuaz- tenía cerebro, sabía dar la nota, llevar una entrevista a sus terrenos hasta soltar una frase entre socarrona, escandalosa e inteligente. Y Kurt estaba asqueado, para empezar de la MTV y el rock corporativo. Los propios Nirvana escupian en la mano que los llevó al estrellato. Y la música que le dio "soundtrack" a este nuevo acto rebelde-u acto ocioso- fue una música tremenda, diseñada para dinamitar el rock y darle otra vida-una vez más-.

Después de todo, si importaba.

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