Barridos por la noche continuamos; peinando la zona, hasta un rincón- al lado de una plaza-.
Somos los vaqueros marginales de siempre; y ahora pasamos las madrugadas en los pueblos donde hubo feria. La noche es tán fresca en el desierto, huele a shampoo en cabello de quinceañera. Las vaqueritas ya comienzan a atraer la suerte. Hacen su trabajo, ponen ambiente, quieren guerra. Y nosotros somos esos pinches ladrones que se divierten tanto; y decimos cosas tán absurdas.
Pero abusado mi buen; por que esto esta culero; por estos terrenos luego amanecen "encobijados" y/o "entambados"; fiambres, muertitos. Las cosas están de "pongase verga". Ya ha pasado tanta sangre por aquí, que llegas a pensar que es buena idea ya no ser tán pendejo; ya no pensar como cualquier pendejo. Meterle voluntad y coraje para afrontar el camino, los obstaculos, la aventura.
No se ni como se llama este lugar. Por ahora eso no importa. Después lo averiguaré cuando este viendo el mapa, cuando este intentando descifrar donde carajos estoy, ¿de donde vengo? Esas cuestiones.
Pero si...bonito lugar.
Me asomo a la plaza; a su modo es elegante. Me recuerda a un escenario de cuentos de la época colonial-la Santa Inquisición incluida-.
Iglesia,polvo y olor a viejo... y orines de borrachín.
En la madrugada todos fingimos conocernos; fingimos ser la banda.
Vaciamos botellas; cantamos un poco.
La noche ya huele a vago-ya ni huele a champú-. Soltando humito por aquí y por allá. En el Quiosco ya están fajando, si no es que cogiendo, unos tortolitos. Puedo ver sus contornos moviendose torpemente. Y vuelvo a pensar que este pueblo es noble...aunque no sepa su nombre-y no me interese saberlo-. Lo que si se, es que aquí están los amigos. El montón de gente que viene en sus pickups desde otros pueblos, caserios, o ranchitos. Puro paisa, pues.
Suena una vieja cinta de cassette, con música de Guns n´ Roses, que alguién recopiló para ser el soundtrack de esta destartalada camioneta de color naranja. Música diseñada para los caminos sinuosos y terregosos; las notas combinan a la perfeción con esos tragos de mezcal bruto que quema la garganta. La carretera es una línea que te somete a un trance, los paisajes te van absorbiendo poco a poco. De pronto amanece. Has pasado por la noche y sus aires. Has crecido y dejado de ser solo una sombra.Ya no te extraña tanto la presencia de estos indios silentes-con rostros como esculpidos a hachazos- que piden aventón. Van montados en la caja de tu horrible y traqueteada camioneta. Enfrente, el convoy serpentea. Ojala esos viejos de ojos oscuros me dijeran mi suerte. Solo para variar. Uno de ellos esta fumando, alla atrás-lo veo por el retrovisor-;suelta humo mientras detiene su sombrero de fieltro color café; su cabello se agita.
Ya en el día, nos conviene a todos seguir siendo amigos. Llegar a nuestros trabajos tranquilos.
La camioneta-en cuestión- hace tanto ruido que parece hecha a propósito para crear molestias. Tampoco tiene buena pinta. Tiene un sticker de los Raiders de Okland tapando un hoyo.
Conduciendo esta camioneta oxidada me siento un extra de Mad-Max-uno de los que van hasta atrás levantando polvadera-.
Nos vemos en otro convoy; uno que pase por Salamanca-por donde no quería pasar ni Jose Alfredo Jiménez-. 10-7 compañeros del camino. Nos vamos al ritmo del tema de "Convoy".
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