viernes, 17 de agosto de 2012

Sicilia y Arpaio.

La gente como el alguacil Joe Arpaio -es decir, los esbirros de los políticos- estan acostumbrados a ver a los demás con desdén, a tratar a cualquiera-salvo a sus amos- con prepotencia; ven los derechos humanos como una invención que les estorba en el cumplimiento de su "mission of god" particular y elitista. No están acostumbrados, desde luego, a que se les encare, a que se les haga preguntas legítimas, a que se les solicite una sana explicación de sus actos y abusos. Ellos se escudan en que "estan cumpliendo la ley" y no los sacas de ahí; son como cerrados fanáticos religiosos que lo justifican todo-el fín justifica sus asquerosos medios-.

En su aparente seguridad, en su estulticia, Arpaio creía que el jugaba en su terreno;que saldría bien parado por que "daba la cara", y los reflectores lo pondrían como el "duro" héroe gringo, el "self-made man" que libraba mil batallas de las que siempre saldría victorioso puesto que es un elegido de dios. Error. Un periodista y artista lo desnudó. Un mexicano-los chivos expiatorios favoritos de este señor- resultó ser, para su sorpresa y enojo, un interlocutor coherente y lúcido; y no lo que el tenia en mente. Los mexicanos ahi presentes-esta vez- no estaban asustados por la fama de déspota del tal sheriff, ni por su efectismo de gringo chafón, ni por sus amenazas e injurias hacia quienes el considera el enemigo a vencer. Esta vez los reflectores no resaltaron su bluff pendenciero de viejito intransigente y de doble moral. Los reflectores nos mostraban a un ser iracible, al gringo que cree que al ser jactanciosos y al soltar frases lapidarias, convencerá a todos de su superioridad casi divina. No "amigou"; esta vez no-not this afternoon-.No en este duelo.

No hay palabras bonitas al final para maquillar la realidad tirana. Y no las habrá, por que es tiempo de cosechar lo que sembraste, policia carcamán.

Sicilia se alejará hacía al horizonte anaranjado del desierto con su comitiva de seres pensantes y coherentes que claman por justicia.
        
El encuentro fue ríspido y duró más de una hora. Arpaio soltó sus peroratas de siempre; que sonaron aún más desgastadas y huecas. Sicilia le recriminó por su abierto racismo y por maltratar a los migrantes, a quienes, por cierto, humilla vistiéndolos de color rosa.

En medio de la discusión, en la que no hubo acuerdos, el alguacil del condado de Maricopa dijo que era mejor vestirlos así, por razones de seguridad, que maltratarlos, como ocurre en México.
Arpaio es conocido entre las organizaciones sociales latinas como un personaje racista por las expresiones que ha hecho contra mexicanos y centroamericanos, a quienes incluso califica de “mugrosos”.
Sentados en las oficinas del sheriff, Sicilia y Arpaio se enfrascaron en una larga discusión sobre los derechos humanos, las drogas y la venta de armas.
El alguacil aceptó el encuentro en sus oficinas; incluso, llamó a la prensa de la localidad para cubrir el evento.
Vestido de café, camisa crema y corbata oscura, Arpaio saludó al grupo, en su mayoría mexicanos, y dijo que le gustaba reunirse con cualquier tipo de personas con las que se puede hablar, y no con los que le gritan en la calle.

En la sala de conferencias de su oficina, a la que se accede por una puerta de alta seguridad, Arpaio escuchó el mensaje que leyó Sicilia en nombre de la Caravana:
“No venimos en son de guerra sino de paz, a decirles que tienen el 50% por ciento de la responsabilidad de la guerra que hay en México”, acusó el poeta.
Luego de escuchar la larga presentación de Arpaio –con 20 años como alguacil, profesor en México sobre seguridad y agente de la Agencia Antidrogas estadunidense (DEA) en varios estados fronterizos–, Sicilia soltó: “Le pregunto si tratar a los migrantes como perros es una política correcta”.
El cuestionamiento sorprendió al alguacil, quien devolvió: “Yo no administro las cárceles”.
Arpaio busca la reelección como alguacil y en varias calles de la ciudad hay carteles de apoyo a sus aspiraciones.

Sobre el tema de las drogas, el mando policiaco de la ciudad dijo que es un tema internacional, aunque achacó a los países productores la responsabilidad del tráfico ilegal.
En respuesta, Sicilia aclaró: “Mi gobierno es corrupto y le impusieron una guerra contra las drogas, no es un asunto de seguridad nacional, ustedes quieren evitar el consumo, pero tienen una responsabilidad con 23 millones de adictos.
“Las armas de exterminio –prosiguió el poeta– humillan la Segunda Enmienda y el Estado está criminalizando a la gente”.
Arpaio dijo que no le gustaba opinar de los gobiernos de otros países y que, como alguacil electo por cuatro millones de personas, lo único que hacía era cumplir con la ley.
En varios momentos, el poeta hizo alusión el catolicismo de Arpaio, para saber cómo es que interpreta la Biblia y a la vez discrimina a los migrantes.
“Yo no mezclo la religión con la política. Soy católico, pero ello no tiene nada que ver con la inmigración o con la ley”, contestó el sheriff en tono altisonante.
En algún momento del encuentro, Arpaio se molestó con la intérprete que viaja con la caravana y aprovechó para decir que nadie le puede ordenar cómo hablar.
La traductora dejó su lugar a otra compañera y, sin hacer pausas, el alguacil arremetió sin detenerse: “No discuto estos problemas sociales. Entiendo lo que pasa en México, toda la corrupción, los 50 mil muertos, pero usted debe quejarse en México.
“No sabía a qué venían, pensé que hablarían de migración, pero qué bueno que quieran hablar de drogas”.
Al final, Sicilia lo invitó a México y le pidió tratar con más humanidad a los presos. “No vamos a cambiar su posición sobre los inmigrantes, pero podría tener condiciones más humanas y dignas, sería un gesto de humanidad que nos llevaríamos”.
Arpaio declinó la invitación, aduciendo que cuatro cárteles de la droga mexicanos han fijado unos cinco millones de dólares como precio a su cabeza.
Y, finalmente, exclamó: “¿Por qué les preocupa el color con que visto a los reos? No se preocupen por mis cárceles, sino por su país. Usted compare lo que hace mi gente y lo que se hace en México. ¿Cómo cerramos esta plática?, dígame algo lindo”.

Not this time amigou....vaya con dios".

Sea coherente Don Sheriff-don pistola y placa-. Usted no tiene acciones-ya no digamos palabras-amables con sus vecinos. Usted ni sabía-o se hizo el occiso- quien era Javier Sicilia, y no nos sorprende. Usted que carajos va a saber algo, fuera de su condado polvoriento, seco y racista. Y así se dice "experto en asuntos de México". Give me a fucking break, pilgrim. 

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