viernes, 11 de septiembre de 2009

Vuelo 999.





Propaganda y fanatismo.

En estos últimos años hemos visto, impávidos, como las actitudes de intolerancia, de prepotencia, y de fanatismo, han crecido en nuestras sociedades.

El fanatismo religioso no es algo nuevo, es solo que parece crecer como moho en sociedades de doble moral y corrupción; y cada vez más seguido brotar con sus aires de intolerancia, cargada de prejuicios y de condena hacia quienes no son “como ellos”, que no profesan su “fe”.

De pronto, en escuelas, en las oficinas, o centros de trabajo, se topaba uno con individuos que tomaban sus creencias religiosas como un escudo que los alejaba de la vulgar masa; decían que ellos no eran católicos –la religión mayoritaría en México-,a pesar de haberlo sido antes, en muchos de los casos-, que ellos ya habian aceptado a Jesús, o a Dios, o al "Señor" en su vida, y que ahora no eran "como los demás”, que eran especiales, pues ellos si se tomaban su creencias muy en serio; tanto como para restregártelas en la cara, y mirarte con aires de superioridad. En el fondo actuaban de forma hipócrita, y se esforzaban mucho por demostrar hasta que grado eran dignos poseedores de la “verdadera fe”.

Así, en perfecta sincronía con lo que indica su propaganda religiosa, todo en sus actos, y en ellos mismos, estaba revestido de “buenas intenciones”; ellos si llevan una vida recta, sobresaliente a las demás. Y como los seres elevados que se supone que eran, solo quieren ayudar, mostrarte el camino verdadero; aunque no esten dispuestos a poner la otra mejilla, ni esten tan llenos de amor como tanto lo proclaman; más bien se muestran cortitos de ideas, medio “raritos”, histéricos, y controladores –el estereotipo clásico del control –freak-; con ciertas tendencias paranoicas- pues se la pasan viendo al chamuco hasta en la sopa, y dicen sostener conversaciones,y llevarse de piquete de ombligo con un dios invisible y omnipresente.
De hecho, son personajes que “asustan” de tan freaks, que se meten en tu casa, y en tu vida, a recitarte una sarta de fragmentos extraidos de la Biblia; y que siempre intentaran convencerte de la entera validez de sus "razones". Al principio no te dicen específicamente el por que necesitas ser “convencido”, solo te hablaban de pasajes bíblicos, de historias, y parábolas, y bla…; nunca dan un sana explicación, solo atole con el dedo. Y cuando, por fin,se te olvida la educación civica, y pides algo de respeto -siquiera a tu inteligencía-, se hacen los ofendidos. Con lujo de cinismo, continuan con sus peroratas, y al carajo lo que opines tu, la historía , o los hechos cientificos y comprobables. Aunque debajo de las palabras no hay tanta sustancia como ellos creen poseer. Lo siguiente es incomodo, pero necesario por salud mental: como ser pensante decides no someterte más a su jueguito de monólogos incontrovertibles que ponen todo en un solo enfoque monotemático -basatante parcial-, que, de paso -y con una liviana facilidad- deja cuaquier objeción fuera de contexto; pero cuando se ven cuestionados, se sienten atacados, se hacen los ofendidos, los mártires.

Se regodean al ser señalados -ya sea por sus incongruencias, o por sus actos siempre justificables para ellos; como lo vimos con el pastor aero-secuestrador-,por que ellos están al lado de Jesús, quieren ser como el, ser crucificados en nombre de su fe- no importa que nadie entienda sus alucines y actitudes retrogradas. Creen ser los únicos con la facultad de condenar. Parlotean y sermonean, y nunca dan la cara, nunca aceptan responsabilidades: "era lo que Dios quería; era su vuluntad"; "Dios esta de mi lado; Jesús es mi abogado", "Yo solo obedesco al señor, es mi unico rey". Ese es su eterno parapeto, su retahila de "bullshit". Todo se justifica en el nombre de sus necias e insensatas creencias.

De cualquier forma, ¿de que serviria intentar un dialogo? Si con estos personajes tu opinión no vale, a menos que fueras su camarada en el templo, iglesia o congregación, o Jesús en persona-. Por que nada los hace entrar en razón.

Mercachifles de la fe.

Algún interés económico perseguían, tomando en cuenta sus estrategias, su tenacidad y su accionar; además de los constantes escándalos financieros y de fraudes que reportaban este tipo de “iglesias” –esto no lo digo yo, han salido a la luz pública todos estos años, y ha sido acallado como siempre se acallan las cosas en el país:con lana, y con tráfico de influencias- . Total, que detrás de la cortina, las flores, los canticos de alabanza, y los santos oleos, esto olía a negocio por todos lados. Ya cuando el adepto entraba en confianza dentro del nucleó de la congregación, se le solicitaban sendas cantidades para la manutención de la “iglesia”; y se exigía –dependiendo de las entradas de dinero del “hermano”- un diezmo. Les gustaba hacerlo a la antigüita, pues –"get medieval on yo´ ass"

Las autoridades, se hacían como el tío lolo, y estas instituciones que mercan con la fe, fueron creciendo y ganando adeptos, amparados en las leyes que -acertadamente- garantizan y protegen la libertad de culto. Eran como una ola invasora. ¿Cuantas doñas no pusieron de plano su letrerito aquel de : “en este hogar somos católicos” , para, tal vez ingenuamente, desalentar los esfuerzos evangelizadores de los hermanos que repartían revistitas “Atalaya”(No quiero ser despectivo aquí, y llamarlos “Atalayos”…ooops!).

Y así, poco a poco, un impredecible y moralino cáncer se incrustó en la sociedad mexicana; tan llena de fe, de ganas de creer.

Sorprendidos, al principio, a partir de finales de los años ochenta, en México notábamos como ciertas actitudes intolerantes, con un dejo clasista –este último un rasgo característico en la sociedad mexicana-, se daban entre un grupo de personajes que se proclamaban como religiosos. Enarbolaban doctrinas cristianas, llevaban la Biblia bajo el brazo, convencían, y condenaban; ofrecían una “luz”, una “fuerza para vivir”, para salir adelante. Para ello se valían de propaganda muy efectiva, y que hacía ver a los curas de las iglesias como vulgares paganos que nada sabían de Jesús y sus enseñanzas. Conocedores de la influencia de la iglesia católica en nuestro país, no confrontaban directamente a la santa iglesia apostólica y romana –es, mas, utilizaban sus mismas herramientas, símbolos, y conductas-pero ya una vez cooptado el nuevo “hermano”, se le convencía que la iglesia católica y su tendencia a idolatrar santos, e imágenes, era algo pernicioso y contrario a lo dictado por la Biblia; después se seguían con este rollo e incluían a la bandera mexicana –o la de cualquier país- como una imposición mundana- ; que ellos solo seguían al Señor –yo aún dudo de a cual “señor” se refieren dado su comportamiento oligofrénico e intolerante-. Y se apartaban del resto, siempre con la condena en los labios y la cerrazón como arma; creyéndose portadores de la única verdad.

Yo vi como en la escuela , algunos “compañeritos” eran apartados en las ceremonias escolares de honores a la bandera, por que “no creían en eso”, y sus padres así lo solicitaban, en respeto a su “fe” ; vi como comenzaron a brotar señoras que entraban a tu casa sin ser invitadas realmente, a hablar durante horas de la Biblia; aunque también vi como la sociedad mexicana comenzó a adaptarse a esto sin mucho problema; después de todo, son un fastidio, pero tienen buenas intenciones, ¿o no?

El secuestro de un avión, y el número de la bestia –o: “Vuelo 666”. Como el de Iron Maiden-; o "El día de la Bestía invertida"

Pero, hasta que no nos explotan en la cara noticias como el secuestro de un avión por parte de un –así llamado-pastor, es que nos damos cuenta de los verdaderos peligros del fanatismo y la intolerancia.

El pasado miércoles 9 de septiembre, Jósmar Flores Pereira, un pastor religioso de origen boliviano, secuestró un avión de Aeroméxico que viajaba de Cancún a la Ciudad de México. El pastor confesó que fue una revelación divina lo que lo hizo llevar acabo dicho acto. Dijo que era una fecha especial, 9 de septiembre de 2009, es decir, 9, 9, 9, que de forma inversa dan como resultado 6, 6, 6, y que un terrible terremoto llegaría a México y que secuestrar el avión era la única manera de prevenir a la población mexicana de dicha catástrofe.

Preocupante…y delirante, como todo lo que huela a religión institucionalizada. Pero nunca aprendemos.

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