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martes, 12 de enero de 2010
La década perdida -en la música-.
¿Sera que le estamos pidiendo demasiado a la música,a los artistas nuevos y viejos-?
¿Es que somos unos ambiciosos mitómanos acostumbrados y educados –adoctrinados- a que el Rock y sus intérpretes sean bigger than life (más grandes que la vida)?
¿Fue acaso esta década (los 00´s) un bajón, como en el consumo de drogas, natural después de tantos excesos rockeros durante los 70´s-80`s y todavía los 90`s?
¿Por qué durante dicha década (00´s) cada banda que era proclamada como “salvadores del Rock” caía estrepitosamente y rompían sus promesas?
Muchas preguntas, ¡pero carajo!, se tienen que hacer, tenemos que analizar que pasó y porque estamos ahora en un escenario tan deplorable musicalmente.
¿La industria, ese monstruo moribundo, se burló de nosotros y soltó su última y estentórea carcajada después de robarnos nuestro dinero con caros CD´s importados y conciertos puntuales con precios de VIP–y lo peor, jugando a la víctima, chantajeando emocionalmente al que se dejara seducir por sus quejas, importándole poco la suerte del músico-?
¿O es que sencillamente todo se desgasta?
¿El espíritu de Rock, ese ente maravilloso, pero cínico y arrogante, terminó su ciclo natural? ¿Se autodestruyo y reconstruyo tantas veces que hoy es irreconocible y vive encerrado en su mansión decadente, como Elvis o Michael Jackson en sus últimos días, aislado, intocable, sin querer saber nada de nadie, ni ver a sus viejos amigos-nosotros-, consumido en sus excesos pasados y actuales, entrándole durísimo a las drogas de receta para poder seguir como cadáver viviente, sin cabello, sin nariz, de color gris alien, confiando solo en sus lúgubres doctores quienes tarde o temprano terminaran asesinándolo?
¿O es que algo como el Rock invariablemente pertenece a las cloacas, a lo underground, a las calles, al mundo natural y simple, para poder ser el, a sus anchas?
-Preguntas, solo preguntas, que a veces nos dicen más de la naturaleza de los hechos que las presuntas respuestas “concretas” y “fidedignas”.-
Locos por las listas.
Todas estas reflexiones me vienen tras ver las omnipresentes listas de “lo mejor de los 00´s-so far-. (ya el mismo Umberto Eco se dio a la tarea de analizar este fenómeno por la compulsión a hacer listas en su ensayo “El Vertigo de las Listas”; síndrome que ya fue “analizado” mucho antes y con humor en la película “High Fidelity”).
Selecciones de lo mejor de la década -00´s- "dosmilera" que rayan el chiché, sin novedad, vulgares; con discos que en su momento no decían gran cosa, poco trascendentes, de formula, y que hoy, al pasar el tiempo siguen sin decir mucho-no voy a dar nombres para no herir susceptibilidades; y porque me da hueva-;pero que por alguna razón lograron tener significado para muchos ante tanta mediocridad.
¿Cómo es posible que las bandas actuales hagan ver a las bandas noventeras como si fueran Led Zeppelin?
Y no me vengan con que el “cuadrado” soy yo; porque esas banditas siguen apelando al Rock y a su lenguaje, si es cosa de “sintaxis” pues que no se proclamen como música Rock; y si es cuestión de “experimentar” y fusionar lo que se les antoje para crear un “sonido propio”, pues tampoco han hecho muy bien su tarea. Sigue siendo Rock, pero infértil, sin peligro, sin la creatividad necesaria para el “viaje sónico” que nos haga imaginar.
¿Pero qué opinan las nuevas generaciones? ¿Son felices con sus listas casi intrascendentes-y pongo “casi” porque finalmente, no soy nadie para juzgar la música que la gente escucha y consume-? ¿Se revelaran como lo han hecho tantas y tantas generaciones en el pasado ante su suerte?
Al parecer no les preocupa demasiado; y en esa actitud radica parte del problema. En plena era del iPod, la música a consumir parecía ser simplemente otro software, un artículo más; parecía dar igual su calidad- con que estuviera “de moda” y tuviera beats para mover un poco el cuerpo era más que suficiente. La posibilidad de tener a la mano discografías completas de grandes grupos, o, por fin, discos poco valorados o difíciles de localizar sonado con justicia en el dichoso aparatito, -tantas posibilidades- era para volver loco a cualquier melómano; pero no, nos volvimos unos cínicos, y unos amnésicos.
Y la música se volvió frívola, simplista, con la falsa etiqueta de “experimental”, como salida de un programa de computadora que no cumplió con las expectativas del mercado, y no del corazón y las tripas de un músico.
Épocas donde llevar una camiseta de los Ramones o los Misfits no significaba que te gustaran esas bandas necesariamente. Donde los "Rockstars" ni siquiera eran músicos, sino ineptas como Paris Hilton o Lindsay Lohan. Días de “cut and paste”; de antitética, y de decepciones. Pero eso si, de muchos bailecitos, fiestillas, y tonterias.
Década desgastada, de hastió, de “ancianos jóvenes”. Una década que no acaba aún; pero que en su aridez nos obliga a finiquitarla, a abortarla cuanto antes. Ya después alguien se encargara de revalorarla y luego vender nostalgia.
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