miércoles, 14 de mayo de 2008

El "Secreto".


Aceptémoslo, a veces nos gustaría vivir en otra cultura, una más abierta, donde las chicas no se hagan las mustias.

Sex and the City no es de mis series favoritas. Honestamente nunca he visto un episodio completo – no se por que, normalmente vería algo con la palabra Sex cuyas protagonistas fueran mujeres sin prejuicios-; sin embargo, es la serié favorita de una de mis mejores amigas. Yo le hablo de 24 o de Terminator: the Sarah Connor Chronicles y ella me habla de “Sex an the City” -¿las Mujeres son de Venus y los güeyes de Marte?-y lo que narra siempre suena interesante.
Ahora me entero, que una de sus protagonistas, Kim Katrall, ha aprovechado su notoriedad para dar consejos sobre sexo, y la dama, por lo que leí, es sin duda una experta:

“Kim Cattrall, revela en atrevida entrevista uno de sus secretos más candentes para disfrutar el sexo: la masturbación.
La actriz asegura que mientras más rápido una mujer aprenda a masturbarse, más rápido aprenderá a darse mejor placer en el acto.

“Cuanto antes aprendes a masturbarte, mejor será tu vida sexual”, señaló la actriz.”

En una sociedad sana, tal “tip” no debería ser ningún secreto. Sin embargo parecería que las mujeres- por lo menos en nuestra sociedad mexicana- nunca se masturban; y ojo, a través de los años he intentado –siempre de manera casual y cándida- preguntar a mis amigas acerca de la masturbación femenina –sin ningún morbo de por medio, solo con fines de investigación y eso (…si).- Y he encontrado rechazo, escándalo y evasivas femeninas. Una de ellas incluso intentó convencerme que “las mujeres decentes no se masturbaban”.(¡?). Desde esa plática decidí emprender una cruzada personal, averiguaría más del asunto, la mía era una “mission of god” por saber la verdad. Sencillamente no entendía el misterio del cual las mismas chicas rodeaban el tema; independientemente de la "vergüenza" de tocar temás "personales", considero que la negación a ultranza nunca ayuda. Al madurar y establecer relaciones “más serías” tuve que tirar la toalla. Ninguna mujer –por más cercana a mi que fuera- iba a confesarme nada, nunca. Solo unas pocas, las menos prejuiciosas, alguna vez me insinuaron que lo hacían de vez en cuando, y cada vez menos conforme crecían, y me intentaron explicar que confesar que se masturban es casi como decir que no son capaces de tener una relación (?). Solo una amiga muy especial me dijo que no tenía ningún problema con el asunto y lo hacía de vez en cuando y sin ninguna culpa, pero ella era una entre mil. La cortina de humo se extendía aún más. Yo era un Fox Mulder perdido, sin ninguna pista, como en el principio.

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