sábado, 6 de septiembre de 2008

El Dr. House.




En tiempos tan –supuestamente- “políticamente correctos”, donde ya nadie tolera la intolerancia, y la hipocresía imperante esconde una terrible descomposición social, gente (me niego a rebajarlo a la categoría de “personaje”) como el Dr. Gregory House son como respirar aire fresco.

En el escalafón social los médicos gozan de una muy cómoda posición; pues ellos “salvan vidas”. O es lo que ellos dan por sentado. Si le preguntas a un médico, el si es un ser útil e indispensable para la sociedad al contrario de…todos los demás!

Por eso la sátira funciona en varios niveles y da para múltiples vías en un show de una estructura aparentemente predecible: alguien irremediablemente se enferma, si la cosa es muy difícil de diagnosticar se le llama a House (el ya icónico Huge Laurie) y a su equipo –los meros chingones-. Las técnicas poco ortodoxas del Dr. House ponen los pelos de punta a sus asociados, principalmente por motivos éticos; y en parte también –como se ha mostrado a lo largo de la serie.- por cuestiones de mera competencia laboral, pues entre médicos “el que no corre vuela”. De cualquier forma, ya sea por que “el orgullo de Médico” les impide aceptar que House tiene razón, o se las dan de muy éticos y condenan a House por cada paso “rengo” que da, siempre terminan confrontándolo. La actitud huraña de House no ayuda a conciliar las cosas. Como usualmente hay alguien “arriba”, lo acusan con la sexy directora del Hospital, la Dra Cuddy; ella está conciente de que House es una eminencia y que hace su trabajo eficientemente, así que no puede amonestarlo, y cual maestra de primaría, lo “regaña”, lo amenaza, y le trata de dar una “lección”, pero esperando siempre los resultados positivos por el cuál ella contrató a House (cuando nadie le daba trabajo). House lidia entonces con sus “subordinados”, con sus superiores, con pacientes quisquillosos (y mentirosos –“todos mienten”- según House), con enfermedades poco comunes (también “engañosas”), con su adicción al vicodin, con el dolor de su pierna y la humillación de ser un “minusválido”; y todo lo hace con donaire, suficiencia y muchas dosis de humor mordaz.

Y siempre triunfa. Vence "al sistema"(cosa que no siempre pueden hacer los solitarios anti-sociales que tratan con ironía y desden a todo el mundo).

De todas formas, cuando uno va a un hospital, aguanta que los Médicos sean groseros y “sabelotodo” (y hasta uno aguanta que cobren la millonada); pero lo que uno quiere es que por lo menos hagan bien su trabajo; en ese sentido, si House fuera real, nadie debería quejarse.

No es de sorprender que la filosofía práctica y cínica del Dr. House tenga ya muchos adeptos.

Sirve también que House es un rebelde (se niega a usar bata, detesta la hipocresía, se transporta en una motocicleta). No le interesa quedar bien con nadie.

A pesar de ser un misántropo consumado, todo lo compensa con un excelente uso del sarcasmo y la ironía. El humor lo salva de ser alguien intratable.

Es un genio torcido de la deducción y un adicto; esa formula nunca va a fallar.

Nadie sabe en realidad mucho de House, el misterio juega un papel predominante en la serie. Es un tipo atormentado, es lo único obvio.

La ironía lo envuelve todo: ¿Es acaso House más ególatra que el resto de la comunidad Médica? ¿o más cínico? ¿Son los médicos esos seres perfectos e incuestionables que nos pintan?

Si hay una “verdad” en la serie, es que a la gente no le gusta la “verdad”.

Como dijera el filosofo Jagger: “You Cant´Always get what you want”

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